Cada día del año
tiene su escalón
Albanchez castillo
bonito el subidón
NIDO DE AGUILAS
de momento corto y pego
mas adelante separo
que homenaje reciban
por ese hermoso trabajo
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"Albanchez de Mágina, nido de gorriones..." (De re poliorcética)
pincha el en lace y disfrutarás de este gran artículo
Albanchez de Mágina (Jaén), a la sombra de la Serranía de los Castillejos y el Monte Aznaitín.
.
En
época tan temprana como 1635, el erudito historiador del Santo Reino,
el humanista don Martín Jimena Jurado (1615-1664), inició una curiosa
labor de investigación, sobre poliorcética y castramentación,
visitando los castillos de Jaén, que dibujó, aunque no llegó a estudiar
ni una décima parte de ellos, trabajo que incluyera en sus Antigüedades de Jaén
(1639?). Y se comprende que no culminase su intento, puesto que
existieron más de cuatrocientas fortificaciones, entre recintos
amurallados, atalayas de señales, castillos y alquerías fortificadas -de
todo lo cual, hoy, sólo se conservan unos ciento cincuenta edificios-.
Sierra
Mágina, en el alto Guadalquivir, fue desde antiguo lugar de paso para
fenicios, romanos, visigodos, o musulmanes, que deseaban comerciar,
conquistar, o ambas cosas, por lo que el dominio efectivo de la región
imponía el levantamiento de recintos fortificados, que garantizasen la
defensa del territorio.
.
El "alcazarejo" de Albanchez, vigía del tiempo, sobre vertiginoso despeñadero.
.Íberos y romanos, fortificaron castrum y oppida,
cerros amurallados en los que se situaban las poblaciones, y desde los
cuales se controlaban los caseríos agrícolas, campos de cultivo y las
calzadas. En las urbes más importantes, existieron también fortalezas,
de tamaño reducido, con una guarnición permanente. Estos recintos, con
algunos retoques, continuaron en uso durante la convulsa etapa visigoda.
Los
invasores musulmanes, del siglo VIII, construirán sus defensas
adaptando los elementos anteriores a las nuevas necesidades. Su
utilidad, se hizo evidente durante las revueltas señoriales, en época
califal con la rebelión de Ibn Hafsun y los muladíes, o la de los
mozárabes, y luego con las disputas entre los reinos de taifas. Hasta
resultar definitivamente imprescindibles, cuando esta zona se convierta
en frontera, entre los reinos de Castilla y Granada, debiendo reforzarse
unas defensas que había iniciado al-Hakem (961-976), para frenar el
primer avance de los reinos cristianos, y que los asaltos de Alfonso
VII, en 1147, habían debilitado..
En esta fortificación espanta más el aterrador vacío, sobre el que se alza, que los recios muros..Durante
todo el medievo, se levantarán fortificaciones según unos esquemas
fijos, aunque con modelos muy variados. Las villas más importantes, se
rodeaban de murallas, y quizá contaban con una fortaleza, de tamaño
variable, donde acogerse en última instancia en caso de asalto. También
existía el castillo señorial, rural, más o menos cómodo y lujoso, que
defendía una villa menor y su comarca con los terrenos de labor.
Otro
elemento defensivo, de menor entidad pero no menos importante, eran las
atalayas de vigilancia y señales, torres distribuidas de manera regular
en una línea defensiva, como sistema de comunicación fijo entre
fortificaciones importantes. Para ello, se utilizaban señales ópticas:
durante el día, espejos metálicos, o señales de humo, y durante la noche
hogueras, y en ambas ocasiones señales acústicas mediante trompas o
cuernos. Así, a base de un código convenido, se transmitían los avisos
pertinentes sobre movimientos enemigos, a fin de tomar las medidas
precisas y acudir con tropas donde fuere necesario..
Según la perspectiva que adoptemos, se aprecian una o dos torres encaramadas a la peña..En Las Relaciones Topográficas de los pueblos de España (1574-1578), ordenadas por Felipe II, se dice: "La
villa de Alvanchez tiene dos castillos, uno en lo alto de la dicha peña
o sierra a questá arrimado, en lo alto della, y el otro más abajo y más
cerca de la dicha villa. Los dichos dos castillos de la dicha villa de
Alvanchez, el más alto hes de argamasa, y el otro más bajo hes de
tapería e los çimientos son de piedra".
Se trata de una verdad relativa, pues si bien es cierto que hay dos fortificaciones, ninguna de ellas resulta ser lo que entendemos por "castillo".
Se trata de una verdad relativa, pues si bien es cierto que hay dos fortificaciones, ninguna de ellas resulta ser lo que entendemos por "castillo".
Algún historiador, más poético y optimista que concienzudo, ha definido la fortificación de Albanchez como "Nido de Águilas", aunque a tenor de la categoría de su estructura, y sin que ello signifique demérito para su valor histórico, no pasará de "nido de gorriones".
Sobre
una escarpada peña, en la Serranía de los Castillejos, formando parte
de Sierra Mágina, se eleva el denominado "Castillo de Albanchez", porque
a sus pies se encuentra la localidad de igual nombre. Pero el
"alcazarejo" de Albanchez, no es propiamente un castillo, sino una
"torre almenara" o "atalaya", aunque tampoco esto es exacto, pues se
trata de una "atalaya dúplice". El caso es que, desde su estratégica
posición, controla visualmente un amplio espacio territorial del
contorno. Y no está sola, pertenece a una compleja red de fortalezas,
cuya interrelación efectúa el control militar de la zona. Función que
ejercía, vigilando el paso de montaña, el pueblo amurallado, y el valle
del río Bedmar, mediante el enlace visual con los castillos de Jimena,
Bedmar, Torres de Albanchez, Úbeda y Baeza..
Las viejas leyendas, hablan de rocas deformes que son asaltantes milagrosamente petrificados, por intercesión celestial..Levantada
en el siglo IX, por el rebelde musulmán Ibn al Saliya, señor de
Sumuntán, posiblemente sobre una obra más antigua -visigoda, o celtíbero
romana-, su estructura fue sucesivamente reforzada, así como las
defensas de la villa que, hacia el siglo XI, fue amurallada, cuando
dependía de la Cora de Yayyan -Xaén-.
En
1231 las tropas de Fernando III reconquistan esta población, que
perteneció al señorío de Jódar hasta 1238, en que fue vendido a Úbeda.
En 1309, Fernando IV concede Albanchez a la Encomienda de la Orden de
Santiago, quedando como aldea de Bedmar, para formar posteriormente,
junto con este lugar, la Encomienda de Bedmar y Albanchez. Los
caballeros santiaguistas, darán a nuestra atalaya el aspecto actual,
pues la forma redondeada de sus esquinas es típica de esta Orden, y en
sus manos desempeñará un papel crucial, mientras sea lugar fronterizo
con el reino moro de Granada.
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Aunque, por encima de cualquier otro milagro, está el de su fantástico equilibrio sobre las peñas..Su
elevada situacion sobre cortados y breñas, el dificil acceso, y su
reducido tamaño -apenas hay espacio para una decena de hombres-, delatan
a las claras que dicho edificio no podía corresponder a una función
defensiva del lugar, sino tan sólo de vigilancia. Para llegar hasta la
atalaya, había que seguir un estrecho y zigzagueante sendero, que
ascendía trabajosamente entre peñascos, bordeados de precipicios y
despeñaderos. Para obstaculizar las parte más accesibles del monte, se
añadieron diversos lienzos amurallados, a trechos regulares, de los que
se aprecian unos treinta metros en la parte inferior, hacia el lado sur,
del recinto. Todavía hoy, cuando se han colocado barandillas de madera y
unos trescientos escalones, la ascensión resulta fatigosa y no muy
segura..
desde el castillo
El caserío de Albanchez, "a vista de gorrión", desde la empinada atalaya.
.Al
final del sinuoso sendero, se llega hasta una muralla, o coracha, de
trece metros de longitud, que mediante una estrecha y baja poterna
protegía el acceso al primer recinto. Éste, al que algún optimista ha
calificado como "patio de armas", es un minúsculo espacio trapezoidal,
con un lienzo de apenas diez metros dotado de merlones y saeteras,
colocado a pico sobre el precipicio. Aquí se alza la "atalaya dúplice",
pues se trata de dos estrechas torres, rectangulares, unidas por una
esquina. En la base de la más adelantada, existe un aljibe de regular
tamaño, que abastecía con agua de lluvia a los defensores. En la unión
de ambas torres, un estrecho pasadizo, que apenas permite el paso de un
hombre, y esto con grandes dificultades, conduce al piso superior de las
dos atalayas, y a las almenas..
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El hueco de la izquierda da acceso a la cisterna, la abertura de la derecha conduce a las almenas..El enclave,
podía resistir un asedio de forma indefinida, mientras contase con
víveres suficientes y el aljibe lleno, pues el asalto era prácticamente
imposible, ya que no hay espacio para emplazar máquinas de guerra, ni
escalas, ni se pueden practicar minas.
No obstante, una vez desaparecido el enemigo musulmán con la caída del reino granadino, la atalaya del Albanchez, resultaba supérflua. Salvo alguna escaramuza, durante las reyertas señoriales y la guerra civil de los Trastamara, su utilidad desapareció por completo. A fines del siglo XVI, las crónicas dicen que estaba ya abandonada y en ruinas.
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No obstante, una vez desaparecido el enemigo musulmán con la caída del reino granadino, la atalaya del Albanchez, resultaba supérflua. Salvo alguna escaramuza, durante las reyertas señoriales y la guerra civil de los Trastamara, su utilidad desapareció por completo. A fines del siglo XVI, las crónicas dicen que estaba ya abandonada y en ruinas.
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"La neblina, del agua es madrina y del Sol vecina" [Refrán meteorológico, andalusí]..Jesús Ávila Granados, otro incansable rastreador de enigmas celtibéricos, se ha referido a esta comarca como: "Sierra Mágina, uno de los escenarios más esotérico de la geografía hispana",
y nosotros, aunque matizando el aumentativo, tenemos que darle la
razón. Sobre todo después de aquella tarde de octubre, húmeda y
neblinosa, cuando unos acogedores "albanchurros" nos deleitaron con los
misterios, sucedidos, creencias y costumbres del lugar, al amor de la
lumbre, en la vieja casona familiar de los Gila.
Allí, entre bromas y veras, salieron a relucir los espectros de su atalaya de Albanchez, junto con las fantasmales "caras de Belmez", que no son sino la punta de un iceberg sobre viejas creencias en espíritus, aparecidos y manifestaciones del submundo celtíbero. Nos hablaron de los zahoríes, que por aquí no son sólo quienes tienen el misterioso poder de conocer donde encontrar agua subterránea, sino también aquellos que adivina el futuro, como dice la copla:
.
"Si yo fuera zajorí,
calara los pensamientos,
supiera lo porvenir..."
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Allí, entre bromas y veras, salieron a relucir los espectros de su atalaya de Albanchez, junto con las fantasmales "caras de Belmez", que no son sino la punta de un iceberg sobre viejas creencias en espíritus, aparecidos y manifestaciones del submundo celtíbero. Nos hablaron de los zahoríes, que por aquí no son sólo quienes tienen el misterioso poder de conocer donde encontrar agua subterránea, sino también aquellos que adivina el futuro, como dice la copla:
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"Si yo fuera zajorí,
calara los pensamientos,
supiera lo porvenir..."
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"A veces, esa niebla la provocan las brujas, para ocultar sus aquelarres entre las abandonadas piedras"..Y
no faltaron los chascarrillos sobre los dos patronos del lugar, el más
"veterano", san Roque, y el más "bisoño", Francisco de Paula (canonizado
en 1519), el popular "Pachuelo", que, entre sus muchos milagros, debe
contar con uno bien singular: la venida a Albanchez del Santo Grial...
Bueno, una réplica del que, en la catedral de Valencia, veneran los
cofrades levantinos de dicho santo.
Celestial "Pachuelo", al que lo mismo arrojan trigo a puñados, para propiciar buenas cosechas, que lo bañan en litros de colonia, para que llueva con abundancia, o que antaño despeñaban desde el barrio de "los Pilrreles", cuando no les concedía la ansiada lluvia. Santo que no es, sino el sincretismo de alguna vieja deidad celtíbera, pasada por el tamiz sincrético de heterodoxos ermitaños, curanderos serranos, los famosos "santos" que en esta sierra ejercen una "medicina mística", adquirida por gracia especial de la divinidad en el vientre de sus madres, como el "santo Custodio", la "santa Antonia", y tantos otros..
Celestial "Pachuelo", al que lo mismo arrojan trigo a puñados, para propiciar buenas cosechas, que lo bañan en litros de colonia, para que llueva con abundancia, o que antaño despeñaban desde el barrio de "los Pilrreles", cuando no les concedía la ansiada lluvia. Santo que no es, sino el sincretismo de alguna vieja deidad celtíbera, pasada por el tamiz sincrético de heterodoxos ermitaños, curanderos serranos, los famosos "santos" que en esta sierra ejercen una "medicina mística", adquirida por gracia especial de la divinidad en el vientre de sus madres, como el "santo Custodio", la "santa Antonia", y tantos otros..
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Al
caer la coche, los habitantes de las sombras, murciélagos, lechuzas y
mochuelos, rondan la vieja atalaya susurrando su misterio...
.
También la sombra del monte Aznaitín se proyectó sobre aquella tertulia, con su largo cortejo de malignos duendes "minguillos", enigmáticos centauros "juancaballo", tesoros árabes por los laberínticos recovecos de la cueva encantada, o el brumoso recuerdo del Dios celtíbero Naitín que habita en sus entrañas. Sí, "ese que manda el arco iris a recoger agua al río para preñar las nubes de lluvia...", el mismo que "arrastrando por el cielo carretones cargados de piedras, produce las tormentas y los truenos...", por eso, "cuando hay tronada, conviene estar atento, porque donde cae una centella puede encontrarse la Piedra del Rayo, que libra a la casa del fuego del cielo..."
Incluso, nos descubrieron insólitas propiedades del aceite de oliva, pues afirman los antiguos que, "si mudamos de casa, y no queremos que el gato se marche de la nueva vivienda, basta con untarle los pies de aceite virgen..." Y no faltaron las referencias a las actuaciones inquisitoriales, allá por finales del siglo XVI, que llevaron a las hogueras de Úbeda y Baeza, cerca de trescientos vecinos de los contornos, entre moriscos, judaizantes, alumbrados, brujos, endemoniados, hechiceros, herejes supersticiosos, y curanderos.
Luego, sin apenas darnos cuenta, la noche arrojó su negra capa sobre Albanchez. Por la almenas de su atalaya, "nido de gorriones", graznaba la lechuza y le respondía el mochuelo, mientras el murciélago zigzagueaba de acá para allá. En las empinadas calles, los niños pasaban cantando bajo la llovizna otoñal:
.
"Agua del Cielo
crece el pelo:
¿Quién te lo ha dicho?
Mis dos luceros..."
.
[Dedicado a Miss Brillet y Malvís, "aceituneros altivos...", a su mítica Fraga y a todos sus habitantes, humanos y animales].
.
Salud y fraternidad.
.
También la sombra del monte Aznaitín se proyectó sobre aquella tertulia, con su largo cortejo de malignos duendes "minguillos", enigmáticos centauros "juancaballo", tesoros árabes por los laberínticos recovecos de la cueva encantada, o el brumoso recuerdo del Dios celtíbero Naitín que habita en sus entrañas. Sí, "ese que manda el arco iris a recoger agua al río para preñar las nubes de lluvia...", el mismo que "arrastrando por el cielo carretones cargados de piedras, produce las tormentas y los truenos...", por eso, "cuando hay tronada, conviene estar atento, porque donde cae una centella puede encontrarse la Piedra del Rayo, que libra a la casa del fuego del cielo..."
Incluso, nos descubrieron insólitas propiedades del aceite de oliva, pues afirman los antiguos que, "si mudamos de casa, y no queremos que el gato se marche de la nueva vivienda, basta con untarle los pies de aceite virgen..." Y no faltaron las referencias a las actuaciones inquisitoriales, allá por finales del siglo XVI, que llevaron a las hogueras de Úbeda y Baeza, cerca de trescientos vecinos de los contornos, entre moriscos, judaizantes, alumbrados, brujos, endemoniados, hechiceros, herejes supersticiosos, y curanderos.
Luego, sin apenas darnos cuenta, la noche arrojó su negra capa sobre Albanchez. Por la almenas de su atalaya, "nido de gorriones", graznaba la lechuza y le respondía el mochuelo, mientras el murciélago zigzagueaba de acá para allá. En las empinadas calles, los niños pasaban cantando bajo la llovizna otoñal:
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"Agua del Cielo
crece el pelo:
¿Quién te lo ha dicho?
Mis dos luceros..."
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[Dedicado a Miss Brillet y Malvís, "aceituneros altivos...", a su mítica Fraga y a todos sus habitantes, humanos y animales].
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Salud y fraternidad.
Magnifico
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comentarios
Y sin embargo, ahora, sólo ahora, mis pies ascendieron y franquearon la atalaya que veló mis sueños, porque tenía que fundirme en un abrazo con vosotros.
Yo, Juankar, tampoco me creo la correrías de ese "fantasma" de Malvís, aunque vistas las dimensiones de él y del Castillo, a lo mejor estaba pensado para "manolitos". De hecho al cabo del torreón sólo pudo subir él, eso sí, asistido por su médico "de cabecera".
Y tienes razón, Jan, mucho eso de Salud y románico, pero esa "panda", lo único que hace es pegarse unos fiestorros que cruje la pana. Así, que la próxima, tú y yo vamos a sacar tikets y hasta les llevamos la botella de anís del Mono ese.
Conste que algo me costó, porque los escalones eran en verdad "sopecientos", y el corazón hacía "tum-tum, tum turumtún".
También es cierto, que ya no tuve ánimos para introducirme por el estrecho pasadizo que subía a las almenas de la torre. Eso quedó para los "jovencitos", malvises, chises y juanquises...
Pero el esfuerzo mereció la pena, sobre todo por disfrutarlo en compañía de tales "pájaros", y por las "vistas de pájaro" que desde allí se divisaban. ¡Ese Aznaitín majestuoso, entre la bruma que coronaba su cima! ¡Esa serranía de Mágina, como un dinosaurio varado en el valle! ¡Y la magia de las leyendas flotando en el aire, saltando de piedra en piedra!
¡Ay, quien tuviera fuerzas para alcanzar la cumbre del sagrado Aznaitín! ¡Para hablar allí, de tu a tu, con la ibérica divinidad que lo habita!
Sin embargo, también me conformaría con poder subir, una vez más, a esta vieja torre de vigilancia de Albanchez, y contemplar ese tempestuoso océano de olivos a mis pies...
Salud y fraternidad.
No estoy seguro de ello, no puedo afirmarlo, pero de lo que estoy seguro es de que, a mí, me soltó estos versitos desde lo alto de las almenas:
"Los Malvises contestaron: ¡Pobres locos...!
Para asaltar torreones,
cuatro Alkaest son pocos,
¡Hacen falta más... Alkaest!".
Y es que, en ese monte y esa torre, hay mucha magia y mucho "fantasma" suelto.
Salud y fraternidad.
Si al día siguiente, cuando vuestra subida, eran ya "seiscientitantos", una de dos, o un maligno "minguillo" los había multiplicado, o habíais fumado malas hierbas y veíais doble.
Como estoy seguro, que ninguno de los dos grupos, se tomo la molestia de contar realmente todos y cada uno de los escalones, creo que deberemos repetir la subida, esta vez todos juntos -aunque no revueltos-, para dar fe del número exacto.
Ello es de suma importancia, para el progreso de la ciencia...
Salud y fraternidad.
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http://elmundodemalvis.blogspot.com.es/2008/08/el-sollozar.html
decriptado_ Zécanbla (Albanchez), El Allozar camino de Jimena, Recena castillo de Jimena, Gil de Olid,
bonita historia
Existe en Zécanbla una hermosa finca conocida como El Allozar.
A cualquiera que haya visitado Recena, Riez o Gil de Olid, le resultará familiar la palabra “alloza”.
A cualquiera que haya visitado Recena, Riez o Gil de Olid, le resultará familiar la palabra “alloza”.
-En
esos pueblos, como en el vecino Zécanbla, la palabra alloza designa el
fruto verde de la almendra. Es el estado de transición entre la caída de
la flor de nata del almendro y cuando el fruto verde de la almendra aún
no se ha hecho leñoso. En tal estado, se puede devorar entero y pocos
son los que se resisten a la tentación de probarla.
....
Habla la leyenda que el castillo de Zécanbla era centro de expansiones
moras. En sus salones se celebraban banquetes y orgías de los Alcaides
moros de las fortalezas de Jarafe, Riez, Recena y Gil de Olid.
Guarnecían la fortaleza de este castillo, hombres de raza negra
procedentes de las más feroces tribus africanas y su Alcaide era
nombrado, por el Rey de Granada, entre los capitanes más valientes del
ejército agareno.
En el año 1.431, el Mariscal Pedro García de Herrera puso cerco a la fortaleza de Recena y tras largo asedio logró conquistarla. Meses más tarde, Mohamed Alin “El Pequeño” acudió en auxilio de sus vecinos y aliados y con un poderoso ejército sarraceno integrado por todas las tribus vecinas que partió de su castillo de Zécanbla, reconquistó nuevamente Recena, llevándose cautivos a Granada a todos sus habitantes.
En premio a su gesta, el rey de Granada le dijo:
- Pídeme lo que quieras y lo haré tuyo.
Cuentan que Alin rechazó el califato de Jarafe y el Señorío de Olid y que únicamente pidió al Rey de Granada un solo y sencillo presente:
- Señor, dadme a la bella Graciela, porque sus ojos negros de profundidad eterna, son mares para arrojarme.
Concedida la gracia y el deseo, Alin y Graciela huyeron de todo y en un hermoso valle cercano a Zécanbal construyeron su casa de amor para siempre. Mandó construir un largo camino flanqueado de almendros que desembocaba en la explanada central donde se levantaba la mansión. Dicen que en primavera, cuando Graciela se levantaba, al mirar por la ventana de su habitación, la primera visión que tenía era la de los almendros floridos que le recordaba la blancura de las cumbres nevadas del reino nazarí.
Alin dispuso la construcción de jardines con setos y arrayanes, innumerables fuentes por doquier y cuatro grandes estanques: uno frente a la casa, otro a la espalda entre el laberinto ajardinado de arrayanes, el tercero en la parte más húmeda y frondosa del bosquecillo, y el cuarto en la parte más elevada de la finca, al pié de un viejo laurel.
Transcurrieron dulces y felices años para el guerrero y la bella cristiana. La heredad, pronto se cubrió con gritos alegres y hasta irreverentes de cinco infantes que alegraban los días y hacían más dulces las amorosas noches de los enamorados padres. En verano, se les oía chapotear en los estanques, perseguir lagartijas y robar la miel de los panales. En primavera preparaban meriendas junto al estanque del laurel donde nadaban peces de todos los colores, o jugaban a tocar el cielo columpiándose de la cuerda prendida del frondoso nogal.
Pero ajenos a su felicidad, las escaramuzas entre moros y cristianos continuaban en porfía de la definitiva reconquista. Por eso, cuando Fernando III El Santo puso cerco a las fortalezas de Jarafe y Gil de Olid, Alin acudió en ayuda de sus hermanos de sangre y raza, y con su partida no sólo sintió el desgarro de alejarse de Graciela sino de tener que combatir a los hermanos de raza de su amada esposa.
El Rey Santo de los cristianos conquistó los castillos de Jarafe. Poco después caerían los de Gil de Olid, Recena y Zécanbal. Inútiles fueron los esfuerzos de Alin por recuperar las tierras perdidas y aunque logró aglutinar un poderoso ejército sarraceno que sitió y atacó la ciudad de Baeza, Ruy Fernández de los Escuderos, el más rico y poderoso, señor de muchas tierras, se puso a la cabeza de los sitiados y consiguió derrotar y hacer huir al ejército moro, haciendo prisionero al jefe de las huestes nazaríes, Alin.
Vanos fueron los ruegos de Graciela para obtener clemencia de Ruy Fernández quien, tras exhibirlo encadenado por todas las tierras de Jarafe y Gil de Olid, mandó construir una imponente cruz con las maderas extraídas de los troncos de los más altos chopos de la finca de Graciela y, fijándola en la almena más alta del Castillo de Zécanbal, ordenó crucificar en la misma al Alcaide Mohamed Alin “El Pequeño”, para que pudiera ser visto desde todos los puntos del valle, haciendo esclavos a todos sus hijos.
Por las noches, Graciela, recorría los jardines llorando. De sus ojos no cesaban de brotar lágrimas. Poco después, murió de pena. Dicen que, tras su muerte, del suelo comenzaron a brotar unos endebles esquejes que, pronto y casi por arte de magia, se convirtieron en robustos sauces que, al crecer desparramaban sus innumerables tallos desde el cielo hasta tocar el suelo como en impenitente sollozo.
Aún hoy, en lo más alto del castillo de Zécambal puede verse una cruz construida con troncos de chopera y, en su valle, se oye el eco de un lamento de mujer y hasta el viento, cuando mueve las hojas de los sauces, reaviva los sollozos de la cristiana Graciela por su amado Alin.
En el año 1.431, el Mariscal Pedro García de Herrera puso cerco a la fortaleza de Recena y tras largo asedio logró conquistarla. Meses más tarde, Mohamed Alin “El Pequeño” acudió en auxilio de sus vecinos y aliados y con un poderoso ejército sarraceno integrado por todas las tribus vecinas que partió de su castillo de Zécanbla, reconquistó nuevamente Recena, llevándose cautivos a Granada a todos sus habitantes.
En premio a su gesta, el rey de Granada le dijo:
- Pídeme lo que quieras y lo haré tuyo.
Cuentan que Alin rechazó el califato de Jarafe y el Señorío de Olid y que únicamente pidió al Rey de Granada un solo y sencillo presente:
- Señor, dadme a la bella Graciela, porque sus ojos negros de profundidad eterna, son mares para arrojarme.
Concedida la gracia y el deseo, Alin y Graciela huyeron de todo y en un hermoso valle cercano a Zécanbal construyeron su casa de amor para siempre. Mandó construir un largo camino flanqueado de almendros que desembocaba en la explanada central donde se levantaba la mansión. Dicen que en primavera, cuando Graciela se levantaba, al mirar por la ventana de su habitación, la primera visión que tenía era la de los almendros floridos que le recordaba la blancura de las cumbres nevadas del reino nazarí.
Alin dispuso la construcción de jardines con setos y arrayanes, innumerables fuentes por doquier y cuatro grandes estanques: uno frente a la casa, otro a la espalda entre el laberinto ajardinado de arrayanes, el tercero en la parte más húmeda y frondosa del bosquecillo, y el cuarto en la parte más elevada de la finca, al pié de un viejo laurel.
Transcurrieron dulces y felices años para el guerrero y la bella cristiana. La heredad, pronto se cubrió con gritos alegres y hasta irreverentes de cinco infantes que alegraban los días y hacían más dulces las amorosas noches de los enamorados padres. En verano, se les oía chapotear en los estanques, perseguir lagartijas y robar la miel de los panales. En primavera preparaban meriendas junto al estanque del laurel donde nadaban peces de todos los colores, o jugaban a tocar el cielo columpiándose de la cuerda prendida del frondoso nogal.
Pero ajenos a su felicidad, las escaramuzas entre moros y cristianos continuaban en porfía de la definitiva reconquista. Por eso, cuando Fernando III El Santo puso cerco a las fortalezas de Jarafe y Gil de Olid, Alin acudió en ayuda de sus hermanos de sangre y raza, y con su partida no sólo sintió el desgarro de alejarse de Graciela sino de tener que combatir a los hermanos de raza de su amada esposa.
El Rey Santo de los cristianos conquistó los castillos de Jarafe. Poco después caerían los de Gil de Olid, Recena y Zécanbal. Inútiles fueron los esfuerzos de Alin por recuperar las tierras perdidas y aunque logró aglutinar un poderoso ejército sarraceno que sitió y atacó la ciudad de Baeza, Ruy Fernández de los Escuderos, el más rico y poderoso, señor de muchas tierras, se puso a la cabeza de los sitiados y consiguió derrotar y hacer huir al ejército moro, haciendo prisionero al jefe de las huestes nazaríes, Alin.
Vanos fueron los ruegos de Graciela para obtener clemencia de Ruy Fernández quien, tras exhibirlo encadenado por todas las tierras de Jarafe y Gil de Olid, mandó construir una imponente cruz con las maderas extraídas de los troncos de los más altos chopos de la finca de Graciela y, fijándola en la almena más alta del Castillo de Zécanbal, ordenó crucificar en la misma al Alcaide Mohamed Alin “El Pequeño”, para que pudiera ser visto desde todos los puntos del valle, haciendo esclavos a todos sus hijos.
Por las noches, Graciela, recorría los jardines llorando. De sus ojos no cesaban de brotar lágrimas. Poco después, murió de pena. Dicen que, tras su muerte, del suelo comenzaron a brotar unos endebles esquejes que, pronto y casi por arte de magia, se convirtieron en robustos sauces que, al crecer desparramaban sus innumerables tallos desde el cielo hasta tocar el suelo como en impenitente sollozo.
Aún hoy, en lo más alto del castillo de Zécambal puede verse una cruz construida con troncos de chopera y, en su valle, se oye el eco de un lamento de mujer y hasta el viento, cuando mueve las hojas de los sauces, reaviva los sollozos de la cristiana Graciela por su amado Alin.
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